El año pasado la erupción del volcán Eyjafjalla provocó la peor crisis en la historia de la aviación comercial. Unión Europea se preparó desde entonces para este tipo de contingencias.
La erupción del volcán islandés Grimsvoetn, cuya nube de ceniza afecta ya a los cielos escoceses, se produce poco más de un año después de que otro volcán islandés, situado bajo el glaciar Eyjafjalla, provocara el mayor caos conocido en la historia de la aviación comercial.
Cuando un volcán entra en erupción, los gases que contiene el magma pueden expandirse o fragmentarse y las partículas milimétricas de roca surgidas tras la explosión se precipitan a la atmósfera, donde son transportadas por el viento.
Si el volcán se encuentra situado bajo un glaciar, como el Grimsvoetn, que está bajo el glaciar Vatnajoekull, el más grande de Europa, la explosión adquiere más intensidad y la columna de cenizas alcanza mayor altura, debido a la conversión en vapor del agua del glaciar al entrar en contacto con el magma.
La densidad de la nube volcánica y el comportamiento de los vientos son determinantes en la diseminación de las cenizas. Si la nube es muy densa las cenizas caen antes a tierra, mientras que el viento puede transportar a grandes distancias nubes más livianas.
La situación creada por la erupción en abril de 2010 del volcán Eyjafjalla impulsó a la Unión Europea (UE) y a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) a adoptar medidas para mejorar la gestión de los riesgos para la aviación que conlleva la actividad volcánica.
La UE decidió modificar la normativa fijada por la Organización Internacional de Aviación Civil que obligaba a permanecer en tierra a los aviones si había ceniza en áreas de vuelo y acordó que las aeronaves puedan volar si la concentración de ceniza no sobrepasa el límite de de 0,004 gramos por metro cúbico de aire.
Para que los aviones puedan operar en estas áreas, las compañías necesitan la aprobación de la aeronave y de los fabricantes de los motores.
Además, la UE estableció tres zonas: una roja, en la que puede haber presencia de cenizas pero esta permitido volar; una gris, en la que sólo se permiten vuelos bajo ciertas condiciones; y una negra, en la que queda prohibido el tráfico aéreo.
Bruselas creó una célula europea de coordinación en caso de crisis y acordó acelerar la materialización del "cielo único europeo", compensar económicamente a las aerolíneas afectadas por el volcán islandés y mejorar la gestión de los riesgos para la aviación que conlleva la actividad volcánica.
El pasado 14 de abril, aerolíneas y autoridades simularon la erupción de un volcán, precisamente el Grimsvoetn, con el objetivo de elaborar un nuevo protocolo de seguridad y actuación, al que dará el visto bueno la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), por lo que tendrá carácter vinculante.
El objetivo es mejorar la detección y el pronóstico de los movimientos de las nubes volcánicas a través de los centros de avisos y establecer los niveles de concentración de cenizas en los que es seguro volar en un espacio aéreo contaminado.
La erupción del volcán islandés Eyjafjalla en abril y mayo de 2011 causó la anulación de más de cien mil vuelos, el cierre del espacio aéreo de numerosos países europeos durante varios días y pérdidas estimadas en 5.000 millones de dólares en la economía mundial.
No hay precedente de unas consecuencias tan graves para la aviación, pero son habituales las cancelaciones de vuelos en las áreas próximas a los volcanes que entran en erupción, por la acumulación de cenizas en el cielo.
En junio de 1982 un avión de la compañía británica British Airways se vio envuelto en una nube de cenizas lanzadas por el volcán Mount Galunpjung, en Indonesia, que provocó la parada de sus motores durante unos minutos, aunque finalmente pudo concluir su vuelo con normalidad.
Fuente RPP
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